25 de abril de 2012

Marta se despertó con náuseas en los ojos.
Quería llorar, pero no podía hacerlo.
Se deshizo de las sábanas que cubrían su débil cuerpo y calzó aquellas zapatillas de felpa que tan poco le gustaban. Caminó hasta el cuarto de baño con una extraña sensación que no supo cómo identificar hasta que vio su silueta reflejada en el espejo: dos azabaches desconsolados con un profundo marco de ojeras azuladas le devolvían una mirada dispar desde el otro lado.
Marta quiso gritar, pero sus cuerdas vocales no funcionaron.
Regresó a su cama y comprobó horrorizada la macabra escena que había dejado hacía apenas un par de minutos: un charco de tibia sangre cubría lo que hacía un momento le había parecido el más cómodo de los colchones.
Marta se miró las manos. Dos profundos cortes atestiguaban que sus muñecas habían decidido dar el punto y final a su vida. La radial había sido brutalmente seccionada.

21 de abril de 2012

Ganas de tus besos


Quiero que llenes mi cielo con tus labios, y que apartes lejos de nosotros todo aquello que no tenga que ver con un pronombre personal compartido. Que volemos cogidos de la mano hacia un universo inexistente, vacío para todos, lleno para nosotros.

Quiero que me beses hasta que derritas mi lengua.
Que me aprietes fuerte contra tu pecho hasta que mi corazón luche por seguir latiendo.
Que me tomes de la mano y no la sueltes aunque mis músculos pidan a gritos unos segundos de oxígeno.

Quiero que no existan muros ni barreras, que todo aquello que ose levantarse ante nosotros caiga derribado con estrépito agudo, que no haya más que calma en ese mar de pensamientos que invade nuestra mente. Quiero que nuestros cuerpos se fundan en uno solo por tiempo ilimitado, que la pasión desencadene la fuerza de un huracán y se lleve por delante lo que quede de este mundo que con tanto empeño se han dedicado a destruir.

 Te quiero a ti, y no quiero nada más.