9 de noviembre de 2012

Cover my eyes

Dentro de nada es tu cumpleaños. No sabía si me atrevería a felicitarte o no, por lo que decidí escribirte unas cuantas líneas antes de pensarlo demasiado...
Han pasado tantos años, que dudo de que aún me recuerdes como yo lo hago. Quería decirte que fuiste lo mejor que me ha pasado, que fuiste ese aliento de aire fresco que saborea tu paladar en las más calurosas noches de verano, esa luz en una noche estrellada que siempre brilla más que las demás. Siempre has sabido que tienes luz propia, y que gracias a ella puedes conseguir todo lo que te propongas en la vida... aunque yo ya no forme parte de ella.
Deseo de todo corazón que seas feliz, que encuentres tu camino antes que nadie, y te pido por favor que no reserves ni un pequeño hueco para mí dentro de ti. Llena tu corazón de amor y pasión, y no lo regales a nadie que no te merezca... porque, en verdad, pocos pueden merecerte.
Te amaré toda la vida.



Feliz cumpleaños.
Galvin.
Cover my eyes,
cover my ears,
tell me these words are a lie.


19 de junio de 2012

Princesa


Darse cuenta de aquello la había sumido en una profunda tristeza de la que sabía bien que no lograría salir…  se conocía a la perfección a sí misma, y aunque muchos dijeran que ella tenía todo lo que podía desear en la vida, había perdido su única razón de existir.

Su posición en el trabajo le permitía acceder a prácticamente la totalidad de las sustancias que pueden encontrarse en un hospital. Con una sonrisa de resignación, se permitió el lujo de alabarse a sí misma por una breve fracción de segundo... no todo el mundo soporta una carrera como la suya. Gracias a eso, ahora podía hacer que su corazón dejara de latir sin dolor... ni temor.

Al llegar a casa, se encerró en el baño. Cuando salió, parecía volver a ser la princesa que creía haber sido para él. Lo único que había dejado sin maquillar eran sus ojos, más pequeños de lo que parecían con el eyeliner... sabía que a él le gustaban así. Se desnudó, y sacó con cariño el vestido blanco del día más feliz de su vida. Aguantó las lágrimas al comprobar que seguía quedándole tan bien como hacía siete años.

Fue entonces cuando se tumbó sobre la cama. 'Muere joven y deja un cuerpo bonito', se repitió a sí misma, con una amarga sonrisa que luchaba por quedarse entre las comisuras de sus labios pintados de rosa.

Un par de cajas vacías y una carta sellada con carmín llenaban sus tristes manos antes de sumirse en un profundo sueño del que jamás despertaría. Lo había preparado todo para que aquello que había logrado reunir en los escasos años que había trabajado fueran para él, y eso había escrito dentro del sobre cerrado con sus labios. Eso… y que viajara.

Que viajara a Egipto y a la India, no importaba cuándo ni con quién.

  Su último pensamiento fue para él, soñando con un futuro que nunca llegaría, al son de my inmortal.
Te amo.

3 de junio de 2012

Más que una ilusión


Soñaba que perseguía a la mujer con la que todo hombre habría podido tener las más fieras fantasías de pasión y amor desenfrenado. Él soñaba, soñaba con ella, que juntos cabalgaban a lomos de dos corceles blancos como las nubes de primavera, que el viento jugaba a desordenarles los cabellos entre trote y trote, y que hasta los pájaros se acercaban a la mujer para formar parte del aroma que tan loco a él le volvía. Soñaba que viajaban desnudos, y que por mucho que azotase a su caballo, jamás lograba alcanzar la elegante velocidad con la que aquella mujer marchaba varios metros por delante. Se dedicó a observarla, lejana e inalcanzable, a grabar en su memoria cada centímetro de aquel cuerpo de curvas de infarto que le quitaba el aliento, a guardar en lo más hondo de su ser la melena de fuego ardiente que no se dejaba amainar por la brisa. Alargó la mano con el estúpido pretexto de intentar alcanzarla, a ella, a la mujer indomable… qué iluso podía llegar a ser si de verdad pensaba que alguna vez podría llegar a hacerla suya.

El hombre abrió los ojos. La noche exhalaba su último suspiro a través de la ventana, a través de las cortinas a medio correr. Giró el rostro hasta encontrarse con la mujer de sus sueños, quien yacía dormida a su lado, con el pelo encendido enredado sobre una almohada tan blanca como los corceles de su sueño. Sonrió, dejándose llevar por un corazón que parecía haberse vuelto loco en un momento.

 Y entonces, por una breve fracción de segundo, el hombre se sintió decepcionado.