Deja la ropa tras la puerta, y ven a abrazarme con tus brazos de hierro. Déjame tocar tu piel de porcelana, inundar mi pecho con cada centímetro de tu cuerpo, y dejar que tu aroma quede grabado con permantente sobre mi desnuda alma. Ámame y no me sueltes, déjame recorrerte de pies a cabeza con mis labios, beber de ti como si no hubiera agua en el resto del mundo, saborearte como la dulce fruta que pican los pájaros en primavera, olerte en ese hueco tras las orejas que solo tú y yo conocemos. Aparta a un lado el dolor, curémonos con el analgésico del placer, derrochemos serotonina hasta que nuestro sistema nervioso pida clemencia a gritos. Dejémonos llevar por esa canción inmortal, soñémonos cada noche hasta que la realidad golpee nuestros corazones. Llévame a los lugares más lejanos, hazme tuya bajo la envidiosa mirada de la luna... muévete para mí como si no hubiera mañana.
...Y hacer el amor hasta que se caigan las estrellas.